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¿Cómo puedo saber si mi táper se ha quedado viejo?

¿Cómo puedo saber si mi táper se ha quedado viejo?

Esta pregunta se la debería hacér mucha gente. No son pocas las personas que llevan cada mañana sus táperes al trabajo y regresan por la noche con ellos a casa, bien lavados en la zona-comedor de la oficina o bien para lavar en casa o meter en el lavavajillas, si no trabajan en una oficina sino a pie de calle. El uso de estos recipientes de cierre hermético, normalmente de plástico, está tan extendido entre la clase trabajadora como arraigado el descuido en cuanto a su salubridad y su posible caducidad.

Lo cierto es que dependerá de la intensidad del uso, de que nos hayamos adecuado a las condiciones que nos marca el fabricante o del tipo de comida que almacenemos en ellos para saber si conviene o no sustituirlos. Por norma, se deben usar para transportar alimentos táperes canónicos y certificados, es decir recipientes fabricados expresamente para este fin y con claras indicaciones del fabricante sobre qué cosas podemos hacer con ellos y cuáles no.

¿Cómo sé si mi táper es el adecuado?

Si el táper es adecuado, en la parte inferior deberá mostrarnos, según normativa europea, una serie de símbolos que explicitan para qué usos está pensado:

  • Una copa y un tenedor simboliza que el túper es adecuado para contener alimentos.
  • Unas rayas en zigzag indican que el túper soporta bien el calor y puede ir en el microondas.
  • Un plato con lluvia encima nos dice que es apto para lavavajillas.
  • Una figura de nieve, que puede ir en el congelador.

*Desde Hogar sin tóxicos y la Fundación Vivo Sano, recomendamos evitar calentar los alimentos en estos recipientas a pesar de que se indique lo contrario. Lo mejor es sustituirlos por otros materiales de cristal o cerámica para reducir la exposición de nuestros alimentos a sustancias tóxicas en la mayor medida posible. 

El peligro, si usamos un táper que no sea adecuado en alguna de estas condiciones, es migren al alimentos partículas contaminantes de plástico, en especial un monómero llamado Bisfenol A. El bisfenol A es un disruptor endocrino capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal a concentraciones muy bajas y con posibles repercusiones sobre la salud, por lo que conviene vigilar.

En principio es casi imposible que se produzca una intoxicación directa por estas migraciones, pero no se descarta que a largo plazo se puedan ir acumulando en nuestro organismo. Por su parte la Unión Europea lleva bastantes años desarrollando una normativa, el Reglamento 10/2011, que asegure que los materiales usados en la fabricación de táperes no liberan tales sustancias, pero dicha normativa es una garantía siempre que utilicemos los táperes indicados, cosa que a veces no sucede.

Por lo tanto la primera norma es mirar que nuestro táper contenga los símbolos indicados arriba. Si no es así, deberemos tirarlo inmediatamente y sustituirlo por uno nuevo. El motivo es el peligro de que con el calor y/o los agentes agentes agresivos del lavavajillas, así como posibles sustancias ácidas u oxidantes que pudiera contener el alimento, la superficie el plástico se altere y provoque la migración de elementos tóxicos o como mínimo de efectos desconocidos. 

Las tres señales para decir adiós a un táper

No obstante, incluso en los táperes canónicos pueden existir señales que recomienden su jubilación. El motivo puede ser la creación de desperfectos por acción mecánica o por corrosiones debidas a la acción conjunta del calor y los compuestos corrosivos de un alimento o un producto de limpieza.

En ambos casos, la superficie del táper se puede ver alterada de modo que se creen zonas inaccesibles a la limpieza normal. En tales zonas se considera que no es imposible que queden restos de alimentos sobre los que proliferen las bacterias o los hongos, dando lugar a focos de contaminación microbiana.

Puede parecernos esta una medida exagerada, pero si tenemos en cuenta que sobre el foco se depositará un nuevo alimento, y este tal vez se caliente y se deje sin consumir unas horas, comprenderemos que corremos el riesgo de que la colonia de microbios crezca exponencialmente en poco tiempo, el suficiente para provocarnos una intoxicación alimentaria.

Por lo tanto deberemos atender a las tres señales que nos indican que nuestro táper lo ha dado todo y merece un reconocimiento a la par que una digna jubilación en el contenedor amarillo, que es el que toca para reciclar envases.

  1. Si tiene cortes o cualquier otra imperfección que pueda suponer un riesgo para los alimentos.
  2. Si contiene manchas o restos de alimentos que no se pueden eliminar, ni siquiera dejándolo en remojo en agua caliente y un poco de jabón.
  3. Si se han usado productos abrasivos o, calor directo, para limpiarlo que hayan podido dañarlo dejando en su superficie un tacto rugoso.

 

FUENTE: Blog ‘ConsumoClaro’ de Eldiario.es