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Seis claves para liberar a los niños de los tóxicos

Seis claves para liberar a los niños de los tóxicos

Los más pequeños son los más vulnerables ante la exposición a sustancias químicas.

Envases, tejidos, cremas, pinturas, jabones, juguetes, productos y objetos con los que estamos en contacto directo cotidianamente están compuestos, en gran medida, por sustancias químicas ajenas a la naturaleza. Y muchas de ellas han sido relacionadas con enfermedades al alza, como las que afectan al sistema reproductor, cáncer, enfermedades del metabolismo o del sistema neurológico. Los niños son uno de los sectores más vulnerables a las sustancias tóxicas presentes en nuestra vida cotidiana, alertan los expertos. Preocupan especialmente las sustancias que actúan como disruptores endocrinos (es decir, que alteran el equilibrio hormonal) y que están contribuyendo a un aumento de las enfermedades hormonales y metabólicas.

Geles, champús, juguetes, suelos, envases de plástico para alimentos, tintas de impresión, ropas y tejidos o ambientadores son un foco de riesgos. Pero en esta lista variopinta inquietan también los ftalatos, sustancias químicas artificiales que se usan como plastificantes y fijadores, y que pueden alterar el sistema endocrino. “La sociedad no contabiliza los costes económicos y humanos que a medio y largo plazo suponen los trastornos que causan los disruptores endocrinos en los niños. Así, habría que computar los costes de los déficits de aprendizaje, de menor desarrollo intelectual y humano, y no sólo la menor productividad”, dice Miquel Porta, investigador del Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques.

HAY QUE REDUCIR LA INGESTA DE GRASAS ANIMALES

Los expertos recomiendan reducir el consumo de grasas animales, ya que muchas de las sustancias químicas tóxicas se encuentran en los tejidos adiposos (donde se almacenan pesticidas usados en la agricultura y que han pasado a la cadena alimentaria). Muchas de esas sustancias son persistentes y por eso se acumulan en la grasa. Los pediatras proponen evitar comidas procesadas a base de carne picada y sobrantes (salchichas, mortadela, preparados con carne enlatada…) y optar por variedades sin grasa o bajas en grasa (leche descremada, pollo, carne y pescados magros). Piden reducir la ingesta de estas grasas animales incluso en la primera infancia, a partir de los 2 años. También se juzga conveniente reducir el consumo de peces que son grandes depredadores, como el pez espada o tiburón, ya que pueden contener mayores niveles de mercurio.

PLAGUICIDAS HALLADOS EN FRUTA Y VERDURA

Hay que lavar y pelar las frutas y hortalizas para eliminar posibles residuos de plaguicidas. Y siempre que sea posible, es conveniente consumir alimentos cultivados sin fertilizantes o pesticidas. El último informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) determinó que el 51% de las fresas presentaban tres o más plaguicidas y en el 16% de ellas había más de cinco plaguicidas. Melocotones, manzanas y lechugas también dieron positivo. “La normativa sólo atiende a las concentraciones máximas de un plaguicida para cada uno de los alimentos, pero los alimentos tienen más de un residuo de pesticidas y además comemos otros alimentos contaminados. Hay que ­tener en cuenta la suma de plaguicidas”. Cualquier nivel de exposición a pesticidas que son disruptores endocrinos puede ser un riesgo, dice Dolores Romano, experta de Ecologistas en Acción. Prohibir ciertos plaguicidas, la agricultura ecológica y una dieta variada son buenas soluciones.

ATENTOS A LOS PLÁSTICOS QUE ENVUELVEN COMIDA

Otro compuesto químico que preocupa es el bisfenol A, con el que se fabrican envases de alimentos, cantimploras, pegamentos y barnices; pero pueden liberarse de los recubrimientos interiores de las latas de conserva. “En todo el mundo, preocupa la migración de sustancias nocivas del envase al alimento”, dice Miquel Porta. Para sortear estos compuestos cuando sea posible, se recomienda sustituir envases de plástico por envases de vidrio o cerámica, no introducir envases de plástico en los microondas ni en el lavavajillas, no envolver alimentos en rollos de plástico y evitar alimentos en lata de conserva, especialmente si llevan un recubrimiento interior plástico. El bisfenol A está clasificado como tóxico para la reproducción y numerosos estudios lo han relacionado con enfermedades hormonales y trastornos del metabolismo; se está discutiendo si está contribuyendo al aumento de la obesidad y a provocar resistencia a la insulina. Ha sido prohibido en los biberones en Europa, pero no en muchos otros usos. La EFSA afirma que los niveles actuales de exposición al bisfenol A no suponen un riesgo para la salud.

VIDA COTIDIANA CON FTALATOS Y DISRUPTORES ENDOCRINOS

Los ftalatos aparecen como otra fuente de riesgo. Se usan para ablandar plásticos y fijar fragancias en colonias y ambientadores. Son ubicuos en la vida cotidiana: juguetes infantiles, papeles pintados, cables, pegamentos, suelos de PVC (desde donde se desprenden al no estar unidos al polímero), envases de plástico para alimentos, tintas de impresión o ropas y tejidos, así como productos de limpieza del hogar, lacas y barnices. Se ha documentado la presencia generalizada de ftalatos en el cuerpo humano. Muchos alteran el equilibrio hormonal (son disruptores endocrinos), y son tóxicos para la reproducción (malformaciones congénitas de los aparatos genital y urinario en bebés varones, o descenso de la fertilidad).

 

Fuente: La Vanguardia