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Coronavirus, convertir el miedo en esperanza
Informe de European Environmental Bureau (EEB)
Un modelo más sostenible nos hará más resistentes frente a crisis como esta
Un informe de European Environmental Bureau (EEB) -entidad integrada por numerosas organizaciones ambientalistas- insta a que la clase política aproveche la crisis del coronavirus como un revulsivo para mejorar el mundo, no para empeorarlo.
En opinión de Carlos de Prada, responsable de Hogar sin Tóxicos, que es una de las iniciativas asociadas a EEB, «probablemente nuestra sociedad no se habría visto sacudida con tal gravedad si, antes de la pandemia, no tuviese una serie de fragilidades en las que no se reparaba suficientemente. Según sean las medidas para salir de la crisis estas fragilidades podrán ahondarse o corregirse. Fragilidades que abarcan muchos campos, incluido el de la salud ambiental que puede haber propiciado, en mayor o menor grado, que muchas personas se hayan visto más afectadas»
En informe -a cuyos postulados se suma Hogar sin Tóxicos- advierte de los riesgos de gestionar mal la crisis del coronavirus y las medidas para superar sus graves consecuencias. Una crisis que nos ha llevado a ver la fragilidad de nuestro modelo de desarrollo, viviendo el «avance de una catástrofe humana, que se salda con pérdida de vidas, enfermedades generalizadas, dificultades sociales, desaparición de puestos de trabajo, a una escala sin precedentes». Si se gestiona mal la situación, se alerta «corremos el riesgo de enfrentar consecuencias tan severas como la Gran Depresión de 1929. Si se maneja bien, podemos superar esto juntos, salvar vidas y el bienestar de la sociedad, transformar nuestros modelos socioeconómicos en aquellos centrados en las personas y el mundo natural e impulsar una asociación mundial para un desarrollo sostenible».
No se debe, se apunta, dar «respuestas torpes que apuntalarán actividades contaminantes que corren el riesgo de crear más problemas en el futuro y hacernos más vulnerables». Señalan la existencia de una serie de factores de degradación ambiental que «pueden aumentar el riesgo de nuevas pandemias y su impacto». Que es necesario situar al ser humano en el centro de las políticas generando una «resiliencia económica genuína«, que se debe priorizar rescatar a la gente y evitar dar dinero público a grandes corporaciones contaminantes en lugar de apoyar sectores que generan más empleo. Otro riesgo que se denuncia es «que quienes toman decisiones llevados por el pánico caigan en la trampa de la reversión regulatoria».
«Ahora» -se nos dice- «debemos centrarnos en lo esencial para todos: buenas condiciones de vida y de trabajo, igualdad de acceso a la atención médica, alimentos, agua, aire y artículos de consumo no contaminados, un mundo natural próspero, un clima seguro para la próxima generación y democracias fuertes y funcionales que continuarán protegiéndonos en tiempos de necesidad».
Resumen sus peticiones en cinco puntos que los políticos deben hacer bien en las próximas semanas:
1. El primero es el desarrollo del Pacto Verde Europeo (European Green Deal) de modo que se den incentivos económicos para una transformación hacia la sostenibilidad, potenciando «productos seguros y sostenibles y una producción limpia (por ejemplo, tarifas disuasorias por el uso de sustancias peligrosas, impuestos diferenciales, responsabilidad extendida del productor, contratación pública ecológica y vinculación con un enfoque de huella ambiental)». Un eje relevante de todo ello es la puesta en marcha de «una ambiciosa Estrategia «Farm to Fork» que establezca una dirección clara para el sistema alimentario de la UE más allá de la actual crisis de salud e impulse acciones de transformación para construir cadenas de suministro de alimentos más sostenibles, resilientes y equitativas«. Dentro de ello, se deben reconstruir «modelos agrícolas más diversificados, la promoción de centros de distribución de alimentos localizados y cadenas de suministro más cortas, y mejorar el acceso al mercado de los pequeños agricultores y los pescadores y productores acuícolas de bajo impacto».
Un aspecto interesante que revela el informe de EEB es que se debe dar «prioridad a la estrategia de contaminación cero para proteger la salud humana y el medio ambiente y aumentar la resiliencia. Dado que se sabe que ciertos contaminantes del aire y productos químicos industriales pueden tener efectos negativos sobre el sistema inmunitario de las personas y de la vida silvestre y hacernos más vulnerables a las pandemias, la estrategia química de la UE debe incluir una acción rápida para identificar y eliminar los productos químicos que alteran el sistema inmunológico y otros químicos peligrosos que debilitan nuestra salud».
Los políticos deben «resistir los intentos de los grupos de presión empresariales para debilitar los estándares ambientales. Desde que la pandemia despegó, hemos visto esfuerzos de algunos intereses comerciales para usar la pandemia como una excusa para presionar a fin de que los estándares ambientales se debiliten o se postergue su introducción, por ejemplo de los sectores del automóvil, digital, electrodomésticos y agrícola». No se debe permitir que»les salga gratis a los contaminadores», afirman. «Lejos de justificar cualquier debilitamiento de las normas, la crisis del coronavirus brinda la oportunidad de garantizar firmemente que el entorno regulatorio dirija la producción y el consumo en una dirección sostenible y que la financiación pública para apoyar la recuperación esté estrictamente condicionada a la compatibilidad con los objetivos del Pacto Verde Europeo»
Mejorar la salud ambiental aumenta la resiliencia de las sociedades
2. El segundo punto en el que se indica en el informe de EEB es que se debe «garantizar una transparencia total acerca de en qué se gasta el dinero público en la respuesta a la crisis». Los rescates económicos deben dedicarse más a «reducir las desigualdades que a aumentar las ganancias o compensar las pérdidas en dividendos. Y no debería haber rescates sin condiciones; el dinero de los contribuyentes nunca debe utilizarse para emitir cheques en blanco a las empresas», sino para hacer que nuestras economías sean más resilientes ante posibles crisis como la que ahora padecemos. Potenciar iniciativas sostenibles a gran escala en línea con el interés público que reduzcan la contaminación y beneficien la salud humana y ambiental: energías renovables, renovación de edificios para la eficiencia energética, transporte menos contaminante, etc.
Un aspecto importante es que se debe «asegurar que las medidas tomadas mejorarán los niveles de salud ambiental para fortalecer la resiliencia de las sociedades. Un medio ambiente más limpio tendrá un impacto positivo en la salud humana; Por ejemplo, las reducciones en la contaminación del aire o la eliminación de productos químicos peligrosos en los productos de consumo mejorarán la salud de los segmentos vulnerables de la población y pueden hacerlos más resistentes a los riesgos para la salud, además de reducir los costos para nuestros sistemas de salud».
3. El tercer aspecto en el que se incide es la necesidad conservar unas estructuras democráticas sanas, sin que estas sean erosionadas a causa de la crisis. Así, por ejemplo, se pide que se «tomen medidas concretas para evitar que el gobierno abrace un «estado de alarma» que erosione los derechos humanos y el estado de derecho». Existe preocupación, por ejemplo, acerca del uso que se de a los datos de rastreo de los teléfonos móviles de los ciudadanos entre otros aspectos. Además, debe garantizarse una serie de cuestiones democráticas básicas como es el papel de la sociedad civil. Por ejemplo, se debe «apoyar y mejorar el acceso a la justicia para los ciudadanos y la sociedad civil a fin de permitirles responsabilizar a los gobiernos de sus acciones y decisiones» y garantizar «el acceso total a la información ambiental y de salud para los ciudadanos en tiempo real. La crisis actual ha puesto de manifiesto los peligros del suministro tardío de información, o de no tener una cultura de comprender o prestar atención a los peligros futuros, así como el poder de la información temprana«. Todos los sectores de la sociedad deben ser informados y participar en las medidas que se adopten.
4. Un cuarto punto es la necesidad de establecer una sana cooperación entre países, que evidencie un alto compromiso con la solidaridad, dentro y fuera de las propias fronteras nacionales. «La UE y sus Estados miembros deben asegurarse de que nadie se quede atrás. Los más vulnerables en nuestras sociedades, en particular las personas mayores, las personas sin hogar, los refugiados y las minorías, deben colocarse en el centro de la respuesta de emergencia». Las naciones más pobres deben ser apoyadas a nivel internacional. También se deberían reconsiderar una serie de acuerdos comerciales contrarios al desarrollo sostenible, vinculados a la globalización porque «la capacidad de recuperación de los ecosistemas del mundo, la salud humana y el suministro de alimentos de Europa se han debilitado severamente bajo décadas de producir donde es más barato (a menudo porque los costos ambientales están externalizados)». Es necesario «repensar la forma en que producimos alimentos y desarrollar un sistema alimentario global resiliente con suficiente autonomía (no solo en la UE), y pensar en cómo producimos los bienes que consumimos y los impactos de la producción. Además, necesitamos desarrollar una mayor producción en la UE, a la luz de los problemas actuales en torno a la seguridad de los equipos de salud. Se necesita invertir en productos locales (en mercados y online) para garantizar una mayor independencia frente a las cadenas de suministro internacionales y una resiliencia social y económica a las crisis futuras«.
Así mismo, «el diálogo internacional debe continuar en áreas que actualmente se retrasan o corren el riesgo de retrasarse, como ya es el caso de la COP climática, la COP de biodiversidad, la reunión internacional de productos químicos y la reunión internacional del aire, todo lo cual se ha reprogramado para más allá de 2020. Se necesita del diálogo para continuar avanzando y medidas para garantizar una participación suficiente de los interesados para garantizar un proceso inclusivo y, por lo tanto, legítimo. Los retrasos son comprensibles, pero reducir el compromiso o la ambición, así como los retrasos excesivos, crearán más problemas de los que resolverán». Se insta a «limitar las futuras crisis de salud actuando globalmente contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación química. La acción multilateral para abordar estas tres crisis es esencial para poder evitar crear no solo condiciones para nuevos brotes del tipo del coronavirus, sino también otras crisis: clima, colapso del ecosistema, problemas de la cadena alimentaria y crisis de nutrición, salud y fertilidad que podrían resultar ser incluso un desafío mayor que la crisis actual que está retando la capacidad de reacción y gestión de la humanidad».
5. Finalmente, el quinto aspecto en el que se incide es la necesidad de compartir una visión para un futuro mejor, debido a que «la crisis actual ha crecido debido a la falta de protección de la salud y el medio ambiente, donde las condiciones de vida sostenibles y la atención médica no están garantizadas». Por ello, se pide que se sitúe el «bienestar en el centro de las políticas de la UE. En lugar de tener políticas centradas en el crecimiento económico y la competitividad, las políticas deberían priorizar el bienestar de los ciudadanos». «Invertir en sostenibilidad primero», ya que esto fortalecerá una capacidad de recuperación de nuestros ecosistemas y de la sociedad que puede ayudar a evitar futuras crisis o al menos mejorar nuestra capacidad de respuesta». Para ello, es necesario limitar el poder de las grandes corporaciones y fortalecer los poderes públicos, así como «revisar nuestra relación con la naturaleza, comprender los puntos de no retorno del ecosistema y los límites planetarios y los riesgos de su sobreexplotación, y reconocer los beneficios de reconectarse con la naturaleza», comprendiendo lo que es realmente «esencial» para la sociedad y lo que no. Se apela, también, a una necesidad de cambiar nuestras dietas por motivos sanitarios y de sostenibilidad y a percatarse de que elementos como la digitalización pueden ser un «arma de doble filo» según se empleen de un modo u otro, así como a escuchar a la ciencia y «escuchar a los jóvenes e involucrarlos en las decisiones que afectarán sus vidas». Finalmente, a «invertir sistemáticamente en la calidad de la naturaleza y el medio ambiente, desde ecosistemas sanos y resilientes hasta vida silvestre intacta, aire limpio, alimentos seguros y naturaleza accesible para todos. La salud y la resiliencia de los ecosistemas ayudarán a la resiliencia de nuestras sociedades y economías».