Una vez resueltas las dudas de cuáles serán sus ventajas -la velocidad y la posibilidad de conectar más dispositivos a la vez, fundamentalmente-, surge una cuestión que preocupa a ciertos colectivos: ¿es perjudicial para la salud la red 5G?

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Por el momento, no existen evidencias de que la red 5G produzca enfermedades o efectos negativos en la salud, al menos no diferentes a los que ya pudieran existir con el 4G. De hecho, el 5G utilizará frecuencias que ya se están empleando en el 4G, aunque es cierto que también usará una banda superior de frecuencia.

Según los expertos en esta tecnología, el 5G dirigirá mejor la radiación de un punto a otro, ya que buscará la mejor vía y la más directa para encontrar cobertura,evitando invadir todo de radiación, como hacen otras tecnologías como la radio. Por otra parte, al pasar de grandes antenas a multiples microantenas, la intensidad de la radiación se reducirá.

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En Bruselas, los estándares legales sobre la radiación de antenas marcan 6 voltios por metro, algo que ya resultó problemático con la implantación del 4G. Las autoridades llegaron a un acuerdo con varios operadores para reducir esas exigencias y crear un programa piloto. Sin embargo, finalmente fue suspendido por la oposición del Ministerio de Medio Ambiente por incumplir los estándares de radiación.

También en Ginebra ha habido cierta polémica con esta cuestión. La administración cantonal suiza decidió hace un par de meses frenar de forma temporal el despliegue de las redes 5G en su territorio, al menos hasta que existan estudios científicos independientes que demuestren que estas redes no resultarán perjudiciales para la salud de las personas.

«Se nos dijo que la frecuencia sería casi la misma que en el 4G,  pero, en el caso del 5G, será utilizada para conectar objetos entre ellos. El entorno se encontrará más cargado de ondas electromagnéticas y nadie sabe si su acumulación resultará perjudicial para la salud», afirmó entonces Bertrand Buchs, promotor de la iniciativa del Partido Demócrata Cristiano de Suiza.

Fuente: Heraldo