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¡Fuera botellas de plástico! 4 filtros para el agua del grifo
El ser humano es capaz de lo más maravilloso y de lo más absurdo. Una cosa absurda es que, para que una botella de plástico de 1,5 litros llegue a tus manos, sea necesario derrochar hasta 80 litros de agua. Y la humanidad está produciendo actualmente 20.000 nuevas botellas por segundo, de las cuales solo un tercio se va a reciclar.
El resto acaban en incineradoras, en vertederos y en el mar, donde pronto habrá más plástico que peces (no es una exageración, sino un cálculo de la Fundación Ellen McArthur). La amenaza del plástico es más grave que el cambio climático, según expertos ambientales como Hugo Tagholm.
• Filtra el agua del grifo para evitar las botellas contaminantes
Además del problema ambiental causado por las botellas de plástico está el riesgo para la salud.
Las personas compran sin freno botellas de agua porque desean beber un líquido puro y saludable, pero no saben que en esa agua transparente, que parece provenir directamente de montañas nevadas –como sugieren las imágenes publicitarias– en realidad pueden encontrarse más de 24.000 sustancias químicas diferentes. Este dato procede de los estudios dirigidos por Martin Wagner, investigador de la Universidad Goethe de Frankfurt.
Es cierto que muchas de estas sustancias son minerales que forman parte de la composición natural del agua mineral y que se hallan en pequeñas dosis, pero también hay otras de origen artificial, la mayoría procedentes del propio envase.
• La botella de plástico libera sustancias con efecto hormonal
Entre las sustancias que se encuentran en el agua de una botella de plástico PET se halla el antimonio, un metal tóxico con acción hormonal. A este se suman otras moléculas, como los ftalatos, que también se comportan como hormonas.
Estas sustancias pueden afectar sobre todo al desarrollo de los niños, así como a los sistemas reproductivo e inmunitario de mujeres y hombres.
• El agua embotellada no es sostenible
Por otra parte, el precio del agua envasada se va incrementando, desde los céntimos que cuesta un litro en el manantial hasta el precio que la botella tiene en la tienda, a cientos o miles de kilómetros de distancia, donde se puede multiplicar miles de veces (el agua envasada es entre 100 y 3.000 veces más cara que el agua del grifo).
Además las emisiones de CO2 del transporte se suman al impacto ambiental del plástico como residuo.
Los problemas ambientales y de salud causados por los plásticos han llevado a que activistas ambientales y autoridades políticas promuevan el consumo de agua del grifo.
Por ejemplo, el alcalde de Londres, Sadiq Kahn, ha lanzado una campaña que incluye la instalación de fuentes públicas de agua para reducir el consumo de todo tipo de bebidas envasadas en plástico. Y en Navarra, desde diciembre de 2017, los restaurantes están obligados a ofrecer agua en jarra a sus clientes.
• El agua del grifo no está limpia
Pero el agua del grifo tiene mala fama en nuestro país. Existe la opinión generalizada en buena parte de España de que el agua potable que recibimos en nuestras casas no tiene calidad suficiente para ser utilizada como agua de mesa. Por eso somos los mayores consumidores europeos de agua envasada.
No es una opinión sin fundamento. Los análisis realizados por las organizaciones de consumidores o por las propias empresas distribuidoras muestran la presencia de cancerígenos trihalometanos derivados del cloro, arsénico, nitratos, restos de plaguicidas y antibióticos, entre otras muchas sustancias nocivas.
Por supuesto, esta agua cumple casi siempre con las normas de seguridad, pues los contaminantes se hallan en pequeñas cantidades, pero cada vez existen más estudios sobre el efecto de las dosis bajas y la acumulación de su impacto en el organismo.
• ¿Cual es el mejor filtro para el agua del grifo?
Por tanto, tanto el agua embotellada como la del grifo tienen graves inconvenientes, pero no estamos perdidos. La alternativa cada vez más socorrida por los particulares es filtrar el agua del grifo para eliminar la mayor parte de las impurezas. Para ello existen diferentes métodos, cada uno con sus ventajas e inconvenientes.
1. Ósmosis: el mejor sistema de filtrado
Jordi Lluís Huguet es farmacéutico, analista de aguas y promotor en Barcelona del Aula del Agua, entidad que es una referencia en la divulgación de todo lo relacionado con la calidad y la sostenibilidad del agua. Recomienda, para elegir el mejor método de depuración, que un experto valore el tipo de agua, las características de la instalación doméstica, las necesidades y los hábitos de las personas.
En la mayoría de circunstancias, los sistemas de ósmosis son los que salen mejor parados al tener en cuenta el coste, la comodidad y los resultados, según Lluís Huguet.
La versión doméstica de esta tecnología ha mejorado en los últimos años hasta conseguir un grado de depuración del 95-98% de todas las sustancias disueltas, incluidos los metales pesados y los compuestos químicos contaminantes. Por tanto, el resultado es prácticamente agua pura.
Actualmente se pueden encontrar sistemas compactos –similares a una torre de ordenador– que se instalan bajo el fregadero y proporcionan el agua a través de un grifo propio. Algunos modelos incorporan una lámpara de rayos ultravioleta que garantiza la completa esterilización del agua.
En un sistema de ósmosis el agua pasa por 2 o 3 filtros y por una membrana que separa el agua pura de la que contiene todos los residuos, que se elimina por el desagüe.
El mantenimiento (cambio anual de los filtros y cada 2-4 años, de la membrana) lo puede hacer uno mismo o una empresa suministradora que además se asegure de la desinfección del sistema.
El desembolso inicial para adquirir un sistema de calidad puede rondar los 1.000 euros. Esta cantidad se amortiza con el ahorro que representa no comprar agua envasada.
El principal inconveniente de la ósmosis es que resulta necesario filtrar 3 litros de agua para obtener 1 de agua limpia (los equipo de poca calidad pueden multiplicar este gasto de agua). Realizando la instalación necesaria, el agua sobrante se puede aprovechar para limpiar o regar.
2. Destilación: eficaz, pero lenta
El siguiente método recomendado por Lluís Huguet es la destilación. Proporciona agua aún más pura, pero es un sistema lento y que requiere de un consumo energético mayor que la ósmosis.
Un sistema destilador no filtra el agua, sino que la evapora y luego la condensa. La energía necesaria para la evaporación se obtiene de la electricidad (también existen equipos que recurren al gas o a la energía directa del sol).
Este método proporciona un agua prácticamente pura, libre del 99% de contaminantes, y prácticamente no requiere instalación ni mantenimiento.
Pero la evaporación es lenta y se requiere de un consumo relativamente alto de energía (excepto que se recurra a la energía solar directa) para una cantidad moderada de líquido. El coste en electricidad de depurar 1 litro de agua se sitúa en unos 10 céntimos.
3. Descalcificadores: protegen tuberías y electrodomésticos
La descalcificación con filtros minerales o resinas sintéticas se considera adecuada para eliminar la cal en las regiones con aguas duras.
Estos filtros, que generalmente se instalan junto a la toma de agua de la casa y cuestan de 60 a 1.000 euros, según el caudal que puedan tratar, impiden que la cal se incruste en las instalaciones de distribución, las calderas y los electrodomésticos.
El agua blanda, sin cal, es adecuada para el cuidado de la piel y el cabello. Pero la descalcificación no es el sistema más adecuado, por sí solo, para proporcionar la mejor agua para beber.
Los filtros descalcificadores contienen sal común o resinas de intercambio iónico, que pueden aumentar la cantidad de sodio en el agua, un mineral que se acostumbra a consumir en exceso y que se relaciona con la hipertensión.
Por otra parte, el agua descalcificada es más agresiva, más disolvente, y tiene más capacidad para «arrancar» metales como el cobre y otros compuestos de las cañerías de distribución.
4. Jarras con carbón activo: no se sabe cuanto filtran
Los filtros de carbón activo y resinas se instalan bajo el fregadero, en la salida del grifo o forman parte de jarras filtradoras. Estas son una opción muy popular. Son relativamente baratas y muy eficaces para eliminar el cloro y con ello mejoran el olor y el sabor del agua.
También eliminan parte de la cal y de metales pesados como el cobre y el plomo. Sin embargo, su capacidad para retener otras sustancias está lejos de los resultados conseguidos por la ósmosis y la destilación.
La eficacia se sitúa entre el 10% y el 75% en el mejor de los casos, pues depende del modelo y del estado de uso (la capacidad de filtrado se va reduciendo a medida que el filtro se satura).
Por otra parte, cuando la temperatura es alta en verano y no se utiliza frecuentemente aumenta el riesgo de que se multipliquen las bacterias en el filtro. Por eso es conveniente guardar las jarras en el frigorífico.
Existen filtros de carbón activo que se pueden adaptar a la ducha y evitan que inhalemos los vapores de las sustancias cloradas, así como su efecto en la piel y el cabello.
FUENTE: Cuerpo mente