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El riesgo para tu salud que tiene comer alimentos en lata

El riesgo para tu salud que tiene comer alimentos en lata

Recientes estudios provenientes de Europa y Estados Unidos alertan sobre estos productos por los peligros para el organismo relacionados con su consumo

No siempre podemos recurrir a los alimentos frescos, por ello, todo el mundo guarda algún producto enlatado en la despensa como solución de emergencia para aquellos días en los que no hemos podido hacer la compra o, simplemente, porque no nos apetece complicarnos demasiado en la cocina.

De las legumbres a las conservas, de la fruta a los productos preparados, de las bebidas a la carne y el pescado, multitud de alternativas se pueden adquirir en estos envases y, además, a precios muy convenientes.

Varios estudios publicados en el presente año han desatado, sin embargo, una cierta alerta ante los posibles riesgos asociados a este consumo. El problema no se halla en la calidad de los alimentos que se venden bajo este formato, ni en si es este el mejor método para su conservación. El mayor peligro hay que buscarlo en el material con el que se fabrican los envases, en concreto en las sustancias químicas que se utilizan para recubrirlos.

Las latas: ¿seguras para el consumo?

El compuesto que se encuentra hoy en el punto de mira es el controvertido bisfenol A, usualmente abreviado como BPA, una sustancia orgánica muy difundida en diferentes industrias que se puede encontrar, además de en las latas, en los revestimientos de los microondas, en los contenedores de almacenamiento de alimentos, en las botellas de agua y leche, e incluso en las vajillas y en las cuberterías.

Según un informe elaborado por la Fundación de Cáncer de Mama de los Estados Unidos, junto con otras organizaciones sin ánimo de lucro, tras analizar 200 latas de marcas muy comunes, en dos terceras partes de las mismas se encontraron cantidades de BPA que fueron calificadas por los autores como alarmantes.
¿Estamos de verdad ante un compuesto realmente seguro? La pregunta será respondida de manera positiva o negativa dependiendo de la autoridad sanitaria a la que se pregunte. El BPA está clasificado como un interruptor endocrino, es decir, como una sustancia química capaz de alterar el equilibrio hormonal del organismo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la FDA (la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos) aseguran que una exposición limitada no debería tener consecuencias para la salud. Por lo que respecta a la Autoridad en Reino Unido para la Seguridad Alimentaria, las cantidades reducidas de BPA deberían ser rápidamente absorbidas y eliminadas por el organismo, sin suponer, por tanto, riesgo alguno para la salud de los consumidores.

Los mensajes, sin embargo, son contradictorios ya que tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos el uso del BPA está prohibido en algunos casos concretos, como sucede con los biberones. La sustancia se liberaría por el calentamiento del plástico y los neonatos no tendrían capacidad para expelerla de su organismo. En Francia, el BPA en latas y plásticos está prohibido desde el año 2015.

Siguiendo los pasos de su equivalente americana, la Asociación Inglesa por la Lucha contra el Cáncer se ha dirigido a las grandes compañías de comida enlatada con el fin de obtener más datos sobre la presencia de BPA en sus envases: “Cada vez hay más evidencias de que el BPA afecta al cuerpo humano, incluso en cantidades muy bajas”, asegura la presidenta de la asociación Lynn Ladbrook a ‘The Telegraph’. “Creemos que no existe en realidad ninguna dosis segura de BPA”.

Evidencias científicas demostradas por un estudio holandés apuntan también a un importante perjuicio en el sistema inmunitario tanto en fetos como en niños recién nacidos. La propia Unión Europea ha propuesto clasificar el BPA como una sustancia que podría tener efectos adversos de cara a la fertilidad tanto de hombres como de mujeres. La propuesta deberá ser ratificada o rechazada a lo largo del año.

Las medidas de la industria.

Algunas compañías alimentarias, como el famoso fabricante de sopas Campbell, han prometido que dejarán de utilizar el BPA en sus latas hacia mediados del año 2017. Nestlé ha eliminado el bisfenol A de todos sus productos de alimentación infantil y asegura que irá prescindiendo progresivamente de él en el resto de sus envases.
El problema del que se quejan con frecuencia los detractores del compuesto es que no es posible saber si en determinados alimentos enlatados el bisfenol A se encuentra presente o no. A diferencia de los ingredientes con los que se ha elaborado el producto, no existe hoy en día ninguna regulación que obligue a reflejar en la etiqueta cómo ha sido fabricado el envase.

 

Fuente: El Confidencial