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Urgen a prohibir el Bisfenol A por su amenaza para la salud
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha publicado un informe en el que denuncia los riesgos que para la salud de los europeos representan compuestos como el bisfenol A y otros similares, que son sustancias tóxicas presentes fundamentalmente en materiales en contacto con alimentos, como latas de comida y bebida.
La directora ejecutiva de la AEMA, Leena Ylä-Mononen, ha pedido que se tomen “más medidas a nivel de la UE para limitar la exposición a sustancias químicas que suponen un riesgo para la salud de los europeos”, ya que la regulación actual no ha servido para evitar que «la exposición de la población [al bisfenol A] siga siendo demasiado alta, superior a los niveles que se consideran seguros”.
En relación al bisfenol A, la Agencia Europea de Medio Ambiente subraya que esta sustancia “plantea un riesgo mucho mayor para nuestra salud de lo que se pensaba anteriormente” basándose en los informes de la Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana (HBM4EU) y de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Según la AEMA, “deben tomarse en serio los resultados de estas investigaciones”, que alertan de que “existe un problema de salud actual por la exposición dietética al BPA, especialmente de los alimentos enlatados, que resultó ser la fuente de exposición más importante para todos los grupos de edad”.
Niveles de BPA “alarmantemente altos” en los europeos
La Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana (HBM4EU) en la que se basa la AEMA es la mayor investigación realizada hasta la fecha para la detección de contaminantes en el organismo de los europeos. En ella se ha analizado la presencia en sangre y/u orina de 18 de los grupos más problemáticos de químicos en una muestra representativa de la población compuesta de más de 13.000 personas de 28 países europeos, y se ha concluido que existe un nivel “alarmantemente alto” de exposición de los europeos a esos tóxicos y que ello supone un gran riesgo para la salud.
La exposición al bisfenol A, incluso a muy bajas concentraciones, ha sido asociada a efectos negativos en el sistema inmunológico, así como en el neurodesarrollo, bajo peso al nacer, esterilidad, obesidad y enfermedad metabólica, riesgo de cáncer relacionado con hormonas o enfermedades cardiovasculares, entre otros.
Recientemente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acordó rebajar nada menos que 20.000 veces el límite de exposición humana al bisfenol A que considera seguro.
Según el European Environmental Bureau, entre las sustancias que deberían restringirse no se encuentran solo los bisfenoles (un amplio grupo de más de 200 sustancias, de las que se ha visto que al menos 37 pueden tener propiedades de alteración hormonal, por lo que pueden causar efectos adversos a bajísimas concentraciones), sino también otras como, por ejemplo, el cloruro de polivinilo (PVC) y sus aditivos; los PFAS para usos no esenciales (más de 4.700 compuestos diferentes entre los cuales figuran compuestos asociados a diversos problemas de salud); los retardantes de llama (entre 50 y 100 sustancias); sustancias tóxicas en productos de puericultura (unas 1.775 sustancias); y tóxicos en pañales (decenas de sustancias).
Presiones de la industria química
La entidad española Hogar sin Tóxicos, que lucha por la erradicación de estos compuestos perjudiciales para la salud, ha destacado las presiones que ejercen las empresas dedicadas a su fabricación. “Lamentablemente, en contra de lo que está pidiendo la Agencia Europea de Medio Ambiente, las presiones de la industria química han conseguido que la Comisión Europea posponga, y probablemente acabe haciendo fracasar, la necesaria y prometida reforma de la normativa de productos químicos, el llamado Reglamento REACH», según el director de Hogar sin Tóxicos, Carlos de Prada.
Esta reforma de la normativa actual “debería ser urgente y servir para velar mejor por la salud de los ciudadanos frente a los bisfenoles y otras muchas sustancias tóxicas”.
Según Hogar sin tóxicos y el EEB, la legislación europea actual tiene serias deficiencias que si no se corrigen seguirán propiciando durante mucho tiempo situaciones como la generada por el bisfenol A y muchas otras sustancias tóxicas como, por ejemplo, los célebres PFAS. Una de estas deficiencias es el dejar la puerta abierta a la llamada “sustitución lamentable”. “Lo que está ocurriendo es que las industrias han ido sustituyendo esa sustancia por otros bisfenoles que pueden causar efectos perjudiciales parecidos”, afirma.
Cambiar unos tóxicos por otros
Esta “sustitución lamentable” hace que la población, más allá de la apariencia de haber sido protegida (si alguna vez se llega a la efectiva restricción del bisfenol A), siga estando en realidad expuesta a los mismos o similares riesgos a través de otras sustancias parecidas. En estos momentos, los materiales en contacto con alimentos, por ejemplo las latas de comida o bebida, que han venido siendo la principal vía de exposición humana al bisfenol A, pueden tener presencia de otros bisfenoles perjudiciales, como el bisfenol F o el bisfenol S, entre otros muchos.