El poder del individuo
Mucha gente cree que cada persona, individualmente, tiene muy poca capacidad para cambiar las cosas, especialmente si tiene pocos recursos. Y que si el sistema productivo de su país llena su casa de sustancias tóxicas no puede hacer nada para evitarlo. Que, si acaso, debiera ser la Administración o las empresas las que cambiasen las cosas.
Sin embargo, la realidad demuestra que por ése camino es muy poco lo que cambia, y muy lentamente, si es que lo hace.
La realidad es que las administraciones y las empresas van a remolque de los cambios que acometen los individuos.
Si alguien opta porque en su casa no se empleen productos que contengan una serie de sustancias tóxicas, eligiendo productos alternativos, estará, automáticamente, fortaleciendo un sistema productivo limpio y debilitando al sistema productivo tóxico.
Con ello, no solamente estará creando un entorno más sano para su propia familia, sino propiciando que las administraciones y las empresas le sigan, por la propia dinámica de las leyes de la oferta y la demanda.
Más que esperar que las autoridades nos protejan de la amenaza de los contaminantes en el hogar somos nosotros mismos los que debemos auto-protegernos mediante nuestras propias acciones y elecciones.
Somos también nosotros los que hemos de presionar a las autoridades para que hagan lo posible por protegernos realmente, algo en lo que en buena medida están fracasando hasta ahora.
Así pues, los individuos tenemos básicamente el poder de cambiar la situación mediante dos fórmulas. La primera, variando nuestros hábitos de consumo. La segunda, presionando a las autoridades de forma directa, para que mejoren los sistemas de vigilancia y control, la legislación, etc. En este último aspecto, puede, si así lo decide, apoyar nuestras campañas.