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Una batalla contra los contaminantes hormonales
Los disruptores endocrinos tienen la capacidad de alterar el sistema hormonal y se encuentran en alimentos y artículos de consumo habitual. Pueden afectar al sistema reproductor y se les relaciona con casos de cáncer y enfermedades neurológicas, inmunológicas y metabólicas. Zaragoza trabaja en prevenir la presencia de estos contaminantes.
Zaragoza.- Envases alimentarios, tickets de compra, champú, esmalte de uñas, ropa y productos de limpieza. Son solo algunos ejemplos de objetos en los que se puede encontrar contaminantes hormonales en productos utilizados en el día a día. Se denominan disruptores endocrinos (o EDC, por sus siglas en inglés) y son sustancias sintéticas que tienen la capacidad de alterar el sistema hormonal, ocasionando daños en la salud de un organismo o de su progenie.
El Ayuntamiento de Zaragoza ha mostrado su compromiso con la prevención de la presencia de contaminantes hormonales en la ciudad. Así, la concejal delegada de Medio Ambiente, Teresa Artigas, ya anunció el pasado diciembre la creación de la Comisión 21, dentro del Consejo Sectorial de Medio Ambiente, sobre contratación «sostenible y saludable».
Además, se organizó una exposición en el Centro de Documentación del Agua y Medio Ambiente que, bajo el título «Nuestro futuro robado. Efectos de las sustancias disruptoras en nuestras vidas», mestraba que en las últimas décadas se ha incrementado, sobre todo en los países más industrializados, la incidencia de enfermedades del sistema reproductor, como infertilidades, malformaciones o pubertad precoz.
También cáncer de ovarios, mama, testículos o tiroides y enfermedades neurológicas, inmunológicas y metabólicas. Asimismo, se ha observado el declive de la capacidad reproductiva de las poblaciones de numerosas especies de animales silvestres, incluyendo invertebrados, anfibios, aves, peces y mamíferos.
Estas enfermedades, tal y como ha explicado Dolores Romano, de Ecologistas en Acción, están relacionadas con la exposición, en particular durante el desarrollo uterino, a los disruptores endocrinos. Se trata de sustancias que se pueden encontrar en alimentos, productos y artículos de consumo habitual, entornos en los entornos laborales o como contaminantes ambientales y para los que no existe un umbral de exposición seguro.
Una de las formas de actuar de los EDC, destaca Romano, consiste en imitar a las hormonas naturales. El parecido químico de los contaminantes hormonales con las hormonas naturales hace que el organismo se «confunda» y active o bloquee funciones importantes para la supervivencia en presencia de estos contaminantes.
• Efectos en la salud
Los estudios científicos relacionan la exposición a contaminantes hormonales con importantes daños a la salud. La investigación de los efectos de los disruptores endocrinos ha sido una prioridad durante los últimos 20 años en la Unión Europea y en otras regiones. Entre los efectos adversos que están relacionados con la exposición a disruptores endocrinos se encuentran los tumores en órganos relacionados con las hormonas, como cáncer de mama, testículo, ovarios, próstata y tiroides.
También se producen daños en el sistema reproductor masculino, como la disminución de la calidad del semen, infertilidad y malformaciones en los genitales. Además, podrían producirse daños al sistema reproductor femenino, como reducción de la fertilidad, pubertad precoz, síndrome de ovarios poliquísticos, resultados adversos del embarazo, endometriosis y fibroides uterinos.
Del mismo modo, se pueden producir alteraciones en el sistema neurológico, tales como déficits cognitivos, hiperactividad, dificultad de concentración, pérdida de memoria, pérdida auditiva, falta de coordinación motora y dificultades en el aprendizaje. También podrían provocar enfermedades metabólicas, como diabetes y obesidad, e incluso trastornos del sistema neuroinmunológico, como el síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y esclerosis múltiple.
• Efectos en el Medio Ambiente
Los contaminantes hormonales, insiste Romano, también ponen en peligro la biodiversidad del planeta. De hecho, los contaminantes se encuentran en todos los ecosistemas terrestres. Incluso se han encontrado «en la sangre de los osos polares», lamenta Romano. La consecuencia final de todos los efectos adversos es un menor éxito en la reproducción y la pérdida de especies y de biodiversidad.
En esta misma línea, Dolores Romano concreta que las aguas de los ríos, lagos y costas de España están «cinco veces más contaminados que la media europea con un tipo de EDC llamado nonifenol, que tienen como origen el lavado de la ropa».
• ¿Cómo se está expuesto?
Los EDC se encuentran en multitud de productos de consumo habitual (alimentos, agua, envases, juguetes, textiles, cosméticos, plaguicidas, productos de higiene, materiales de construcción y de uso clínico…). Esto supone que se está expuesto por vía digestiva, por ejemplo a través de alimentos y agua con residuos de plaguicidas. También por vía respiratoria, si se aplican pinturas, desinfectantes, lacas, sellantes, colas lubricantes o plaguicidas.
A través de la vía cutánea se está expuesto si se utilizan cosméticos, productos de higiene, ropa o sustancias empleadas en el trabajo que contengan disruptores endocrinos. Finalmente, por vía endovenosa, durante prácticas sanitarias y tratamientos hospitalarios que conllevan el uso de plásticos que contienen ftalatos o BPA.
La elevada concentración de ftalatos en los niños españoles, un 150% por encima de la media europea, «es preocupante ya que interfieren en la producción de andrógenos», detalla Romano, y están relacionados con anormalidades genitales en niños, reducción del recuento de espermatozoides, endometriosis, daños al neurodesarrollo y enfermedades metabólicas. El coste sanitario en la Unión Europea de solo algunas de las enfermedades relacionadas con estas sustancias se estima en más de 150.000 millones de euros anuales.
• Consejos para evitar la exposición a los EDS
Para evitar la exposición a los EDS a través de alimentos se recomienda consumir productos de agricultura ecológica y de proximidad. Si no es posible, se aconseja lavar y pelar muy bien los vegetales antes de comerlos o cocinarlos. Asimismo, es aconsejable reducir el consumo de grasas animales, pescados grasos y marisco.
Respecto a la presencia de estos contaminantes en los envases alimentarios, se aconseja elegir envases de vidrio o acero inoxidable, reducir el uso de envases de plástico y aluminio y el teflón de las sartenes. También aconsejan evitar calentar los alimentos en estos envases y no introducir plásticos en microondas o en lavavajillas.
Para evitar la exposición mediante productos cosméticos se recomienda utilizar productos de higiene sin aroma. Respecto a las cremas de sol, son preferibles los filtros solares físicos, como el óxido de zinc y biológicos como el aceite de karité o el germen de trigo. También es recomendable reducir la exposición al sol.
Se aconseja utilizar productos de limpieza naturales como el jabón de sosa, el vinagre, el limón y el bicarbonato, evitar el cloro y desinfectar con vinagre. Asimismo, se pueden adquirir productos de limpieza de marcas ecológicas certificadas.
FUENTE: Aragon Digital