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Bisfenol A, ¿otra causa de la obesidad infantil?
La lista de efectos del bisfenol A sobre la salud sigue aumentando. Ya se ha relacionado con mayor riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares y ahora se asocia al sobrepeso en un grupo muy concreto de adolescentes: las niñas entre 9 y 12 años.
Según un estudio que acaba de publicar la revista ‘PLoS ONE’, entre estas edades, las pequeñas que presentaban niveles más altos de bisfenol A en la orina tenían doble riesgo de ser obesas que aquellas con concentraciones menores. «Nuestra investigación confirma en humanos los resultados de estudios anteriores basados en animales», señala De-Kun Li, principal autor del actual trabajo.
Li y su equipo, de la Fundación Kaiser Permanente, analizaron las muestras de orina de 1.326 niños de tres colegios de Shanghai cuyas edades oscilaban entre los 4 y 12 años. Además de recoger estos datos, tomaron nota de otros factores de riesgo de la obesidad que también podían influir, como la dieta, la actividad física y los antecedentes familiares.
Como explica uno de los expertos más relevantes en el estudio de sustancias químicas medioambientales, Bruce Blumberg, «la tasa de obesidad está incrementando tanto en países ricos como pobres por varias razones […] En la última década, muchas investigaciones sugieren que determinadas sustancias químicas pueden desempeñar un papel obesogénico, es decir, que puede alterar el metabolismo del individuo». Sería el caso del bisfenol A.
Si el valor medio en la población europea sana es de dos microgramos por litro de orina, en el grupo de las niñas entre 9 y 12 años se registraron niveles más altos. Algunos casos superaban los 10 microgramos. El 36% de las menores que tenían una concentración más alta tenía sobrepeso u obesidad, en comparación con el 21% de las que presentaban un nivel más bajo que el promedio.
Según los autores del estudio, en esta franja de edad, superar los dos microgramos de bisfenol por litro de orina duplicaba el riesgo de obesidad y cuando las concentraciones eran extremadamente altas (10 microgramos por litro), las probabilidades podían multiplicarse por cinco.
Por el contrario, en el resto de los grupos estudiados no se encontraron efectos significativos de este disruptor endocrino, «capaz de alterar el equilibrio hormonal y el proceso natural del metabolismo», explica Nicolás Olea, catedrático e investigador de la Universidad de Granada. Como argumenta este especialista español, «el estudio de Li evidencia que hay ventanas específicas de efecto, por edades y sexos. No es que haya seres más sensibles, sino fases de la vida o del desarrollo que son más susceptibles. La más crítica se refiere a los 30-40 días después de la fecundación, es decir, el primer mes de embarazo». Según el científico danés Niels skakkebaek, durante estos días, «la exposición de la madre al bisfenol A puede condicionar a su hijo a un mayor riesgo de cáncer, malformaciones urogenitales al nacer y menor calidad seminal».
Lo cierto es que hay muchos estudios sobre los efectos que tiene este disruptor en la salud. En animales se ha probado que el bisfenol A afecta a la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento. En humanos, sin embargo, la evidencia científica es más limitada y se refiere, especialmente, a la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. «Interfiere en el metabolismo de los lípidos y esto es lo que hace que también pueda aumentar el riesgo de obesidad», agrega Li.
Según Olea, «estamos rodeados de bisfenol. En las latas de refrescos, en los alimentos envasados, en los cristales de las gafas, en los empastes dentales, incluso en los instrumentos sanitarios». Aunque la exposición se puede reducir consumiendo menos refrescos, por ejemplo, «lo ideal sería seguir el ejemplo de Francia«, donde, por un principio de precaución, a partir del 1 de enero de 2014 quedará prohibido cualquier envase alimentario con este compuesto.
Fuente: elmundo.es