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La contaminación está dentro de tu casa
Imagina una familia que acaba de mudarse a una casa nueva. Paredes recién pintadas, tarima barnizada, chimenea en el salón, tapicería antimanchas, estantes lacados… ¿Un entorno perfecto? En absoluto. «Emanaciones procedentes de pinturas y barnices, materiales de construcción, retardantes de incendios, recubrimientos antiadherentes, productos de limpieza y ambientadores… se combinan con el polvo, los humos, el gas radón que se cuela desde el subsuelo y el aire contaminado que entra desde la calle, produciendo un cóctel tóxico que penetra en los pulmones, pasa a la sangre y provoca alteraciones biológicas causantes de enfermedades», dice la Organización Mundial de la Salud en sus informes.
Y es que, aunque no lo creas, el aire de tu calle puede estar 10 veces menos contaminado que el de tu propio salón. La Agencia Ambiental de Estados Unidos (EPA) confirma incluso que algunas casas llegan a tener un nivel de contaminación hasta 100 veces más altos que el de la calle. Y el problema es que la gente puede pasar hasta el 90% de su tiempo dentro de edificios.
«Las consecuencias tienen ya dimensiones de epidemia, y los más afectados son los mayores con patologías crónicas y los niños«, explican en la OMS. Irritación ocular, nasal y del tracto respiratorio, cefaleas, cansancio, irritabilidad y bajo rendimiento laboral y escolar son efectos a corto plazo, en especial en los llamados «edificios inteligentes», que, para ahorrar energía, impiden la ventilación y renovación del aire.
A largo plazo, esas consecuencias son más graves. Entre las documentadas están el síndrome alérgico múltiple o la sensibilidad química múltiple, pero también el aumento de riesgo de ataques cardiacos, ictus, embolias, asma, complicaciones respiratorias, cánceres e infertilidad. En un estudio recién publicado, el doctor Jordi Bañeras, cardiólogo del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, ha comprobado que la exposición a contaminantes ambientales hace que los infartos sean más graves. Y el efecto es acumulativo.
• Cada vez más casos de asma
En niños y adolescentes, los efectos no paran de crecer. Según el doctor Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría, «la prevalencia de asma y otras patologías respiratorias en niños y adolescentes aumenta cada año, así como las alteraciones hormonales, la diabetes e incluso la incidencia de cáncer. Más de cinco millones de niños menores de 14 años mueren cada año en el mundo por enfermedades relacionadas con su entorno«.
El cambio climático es, además, un agravante. John D. Spengler, profesor de Salud Ambiental y Alojamiento Humano en la Universidad de Harvard (EE.UU.), apunta cómo los contaminantes atmosféricos se disparan con el aumento de temperaturas asociado al cambio climático e interactúan con la atmósfera contaminada del interior de las casas. El elevado número de hospitalizaciones registrado en varias ciudades españolas en las cálidas semanas de noviembre son un ejemplo. «Antes, estudiábamos por un lado la contaminación y, por otro, el cambio climático. Ahora, miramos el efecto conjunto porque no actúan por separado», dice Francine Laden, profesora de Epidemiología Ambiental en Harvard.
• Zona de alto riesgo
En los hogares, los humos del tabaco, las calderas e, incluso, las velas se combinan con las emanaciones de materiales de construcción y productos de limpieza, el polvo, el polen, los mohos y la contaminación exterior, convirtiendo el interior de los edificios en zona de alto riesgo. Y su ubicación influye: en un estudio reciente, el profesor Prashant Kumar, de la Universidad de Surrey (Reino Unido), comprobó que, en las casas situadas en intersecciones de tráfico, las concentraciones de partículas en suspensión se duplicaban y su efecto se combinaba con el del resto de contaminantes.
Afortunadamente, los científicos son cada vez más activos en este asunto. Expertos como John D. Spengler trabajan con grandes empresas para usar materiales libres de riesgo en sus edificios. «O actuamos de forma integral frente a la contaminación o destruiremos la salud del planeta y la de quienes vivimos en él».
• Venenos de andar por casa
Los tenemos alrededor, sin sospechar que pueden ser perjudiciales para nuestra salud física y mental.
Radón: Es un gas tóxico que se cuela en los edificios desde el subsuelo y puede estar presente en materiales de construcción. Es la segunda causa de cáncer de pulmón tras el tabaco. Por suerte, hay métodos para detectarlo y reducir su presencia. Según el Consejo de Seguridad Nuclear (www.csn.es/radon), las zonas con mayor riesgo están en Galicia, Castilla y León, Extremadura, Madrid y Castilla-La Mancha.
Tabaco: El humo del tabaco contiene 250 venenos conocidos y unas 50 sustancias cancerígenas. Ser fumador pasivo, aspirando el humo ajeno, provoca 600.000 muertes al año en el mundo.
Productos de limpieza: Un hogar típico puede albergar más de 30 litros de productos químicos destinados a la limpieza, entre detergentes, limpiadores, abrillantadores, pesticidas, lejías, amoniaco, quitamanchas… Las emisiones tóxicas que desprenden interactúan entre sí y con el resto de contaminantes.
Plásticos PVC y algunos cosméticos: Contienen ftalatos, disruptor hormonal relacionado con baja producción de espermatozoides, desarrollo sexual prematuro en chicas, cáncer de mama, endometriosis, obesidad y resistencia a la insulina.
Mohos: Proliferan en ambientes húmedos, cálidos y oscuros, pero sus esporas pueden sobrevivir en todo tipo de ambientes. Si una buena ventilación no consigue controlar el problema, podemos recurrir a sistemas de filtración y deshumidificación ecológicos. En casos extremos, hay que mudarse.
Humos de calderas, cocinas y chimeneas: Instalaciones defectuosas de calderas y cocinas, y chimeneas que funcionan con carbón, gas, queroseno o madera producen monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y muchos otros gases y humos de efecto tóxico.
Espuma para rellenos: Emiten compuestos orgánicos volátiles (COVs), que los estudios han relacionado con cánceres y enfermedades respiratorias y coronarias. Los niveles de COVs son hasta cinco veces más altos de puertas para adentro que en el exterior
Amianto: Aunque la Unión Europea prohibió su empleo en 2005, sigue estando presente en techos, pinturas, aislamientos o pavimentos de edificios construidos antes de esa fecha. Se conocen tres tipos de cáncer producidos por exposición al asbesto: asbestosis, cáncer del pulmón y mesotelioma (cáncer del mesotelio, el tejido que recubre órganos como los pulmones y el corazón).
Plomo: Prohibído desde 1991, muchos edificios antiguos conservan pinturas con plomo que desprenden partículas causantes de intoxicaciones, sobre todo en niños. Presente en tuberías antiguas, es una toxina que afecta gravemente al desarrollo cerebral, la memoria, el rendimiento intelectual y el comportamiento.
Ambientadores y suavizantes: Mientras perfuman el ambiente o la ropa, emiten sustancias nocivas, entre ellas benzeno, formaldehído, ftalatos… que no suelen venir indicadas en los envases.
Retardantes de llama: Se usan en ordenadores, televisores, colchones, sofás, moquetas, cortinas… para reducir el riesgo de incendio. Contienen éteres de difenilo polibromados (PBDEs) que se emiten a la atmósfera y se acumulan en el organismo. La consecuencia: problemas de aprendizaje, memoria y de la función tiroidea.
Materiales antiadherentes o antimanchas: Contienen PFAs, compuestos perfluorados de efecto tóxico asociados a defectos de nacimiento, trastornos tiroideos y problemas hepáticos en animales. Muchos científicos sospechan que están relacionados con cánceres en humanos.
Selladores y cola: Emiten formaldehído (sobre todo la cola para madera) y PCBs. El primero causa cansancio, cefaleas, náuseas, problemas respiratorios y del sistema nervioso. Los PCBs se asocian a problemas de desarrollo prenatal y riesgo de cáncer y problemas cardiovasculares y tiroideos.
• SOLUCIONES NATURALES
-Elige con materiales naturales y, aún mejor, ecológicos.
-Si vives en zonas graníticas o te preocupan los niveles de radón en tu hogar, pide un chequeo (300 becquerelios es el límite fijado por la directiva europea).
-No fumes ni permitas que se fume en el interior de tu casa.
-Chequea el funcionamiento de calderas y calefactores, y evita los humos de chimeneas y cocinas.
-Huye de los aromas artificiales, tanto en productos de limpieza y de aseo como en cosméticos.
-Ventila bien la casa (entre 10 y 15 m diarios), incluso en invierno, y abre también los armarios.
-Coloca unos recipientes con agua sobre los radiadores para evitar que el ambiente esté excesivamente seco.
-Si notas demasiada humedad, instala deshumidificadores ecológicos y vigila la aparición de mohos. Un buen nivel de humedad ambiental está entre 30 y 50%.
-Bicarbonato y vinagre son excelentes productos de limpieza y tienen propiedades antisépticas, desodorantes y suavizantes. El aceite de árbol del té con agua ayuda a eliminar mohos y tiene efecto desinfectante.
-Canela, lavanda, tomillo y romero aromatizan el ambiente de forma natural.
-Las plantas que purifican el aire, según la NASA, son el poto, el espatifilo, la palma de bambú, la sanseviera y el ficus robusta.
FUENTE: Mujer hoy