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Decálogo para un verano menos tóxicos
Hogar sin Tóxicos ofrece un decálogo para reducir la exposición a contaminantes químicos en los meses estivales.
La iniciativa Hogar sin Tóxicos (www.hogarsintoxicos.org) ha elaborado una lista de sencillos consejos -basados en la evidencia científica- para reducir nuestra exposición a algunas sustancias tóxicas en el verano.
- Defiéndete de los mosquitos… pero no de cualquier manera. La llegada del calor dispara los ciclos biológicos de multitud de insectos, como los mosquitos y otros, que pueden entrar en nuestros hogares. Ante este fenómeno, Carlos de Prada, director de Hogar sin Tóxicos explica que «con frecuencia, mejor que recurrir, sin más, al uso y con frecuencia abuso, de insecticidas sintéticos domésticos, (que puede convertirse en una irreflexiva «guerra química» contra los insectos, con «efectos colaterales» indeseados[1], se puede plantear una «guerra inteligente». Puedes recurrir a tácticas preventivas y emplear barreras físicas, como, por ejemplo, mallas mosquiteras en las ventanas y/o sobre las camas y cunas (pueden ser más eficaces que el uso de venenos sintéticos que podemos terminar respirando). Hay otras soluciones naturales contra estos u otros insectos, como, según el caso, la eliminación de sus refugios o el uso de plantas que crean un ambiente desagradable para ellos (ver nota al final del texto[2]).
- Ensaladas, mejor sin residuos de pesticidas. En verano tomamos más frutas y más verduras crudas. Es algo que, desde luego, puede ser muy positivo. Sin embargo, tal y como advierte Carlos de Prada, «no todas las frutas y verduras son iguales. En la medida que se pueda, es preferible que tengan certificación ecológica[3], para así reducir la posible exposición a residuos de pesticidas sintéticos que suelen estar presentes en los productos convencionales, tal y como muestran los informes regulares de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA[4]). De este modo, los beneficios que se atribuyen a estos alimentos serán aún mayores al no contar con ese elemento negativo[5]».
- Sin tuppers de plástico en la playa. Como es sabido, muchos plásticos contienen sustancias perjudiciales[6] que pueden acabar contaminando, aunque sea a bajas concentraciones, los alimentos que estén en contacto con ellos. Este riesgo se potencia con el calor y si se trata de alimentos grasos. También, por seguir con el mismo razonamiento, es mejor no calentar alimentos en el microondas en un tupper de plástico, para evitar la posible migración de sustancias a la comida. Son preferibles alternativas como tuppers de vidrio o acero inoxidable.
- Hidrátate sin tanta botella de plástico. Ya que en verano se requiere siempre una mayor hidratación, es preferible que el agua no esté envasada en plástico para reducir la exposición a posibles contaminantes presentes en este material, y que pueden migrar al agua en pequeñas cantidades. Algunos de estos compuestos pueden ser disruptores endocrinos, que han sido asociados a posibles efectos adversos sobre la salud a muy bajas concentraciones[7].
- Reduce el consumo de alimentos enlatados. Ese es el consejo que dan algunos científicos para reducir la exposición a sustancias perjudiciales como algunos bisfenoles que pueden estar en el interior de muchas latas de conserva[8]. Se ha demostrado que estas sustancias pueden pasar a los alimentos contenidos en los envases, especialmente cuando son ácidos, tienen grasa y en condiciones de calor, por lo que es muy importante no calentarlos ni exponerlos al sol.
- Protégete del sol y de los disruptores endocrinos. Si vas a exponerte mucho al sol es obvio que necesitarás una crema protectora[9]. Sin embargo, hay estudios científicos que vienen alertando desde hace tiempo[10] que algunas cremas solares podrían contener sustancias disruptoras endocrinas [11]. Varias organizaciones de consumidores han publicado listados de cremas solares que pueden contener algunas de esas sustancias[12]. En cualquier caso, aún si no puedes saber/desconoces en qué cremas concretas están tales compuestos químicos, uno de los modos de reducir la posible exposición y, al mismo tiempo, protegerte del exceso de radiación ultravioleta, es seguir los consejos de las autoridades sanitarias[13] en el orden preciso en el que los dan. Es decir, entender en primer lugar que la mejor protección solar es no exponerse al sol en exceso, en especial en las horas centrales del día[14].
- Incrementa el consumo de alimentos frescos (no procesados) y reduce el consumo de ciertas grasas saturadas de origen animal[15]. Muchos contaminantes orgánicos persistentes (COPs[16]) que podrían tener efectos negativos sobre la salud tienden a acumularse especialmente en algunas grasas animales saturadas, por lo que prevenir su ingesta excesiva puede reducir la exposición, además de aportar otros beneficios en los que insisten las autoridades sanitarias.
- Cautela con algunas especies de pescado. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, es recomendable evitar el consumo de algunos peces de gran tamaño durante el embarazo, lactancia e infancia hasta los 10 años como, por ejemplo, el pez espada o emperador, tiburón, atún rojo y lucio. Estos peces pueden acumular niveles elevados de contaminantes persistentes como mercurio y PCBs. Sin embargo, el pescado es rico en ácidos grasos omega-3 y otras sustancias muy beneficiosas para la madre y el bebé. Por tanto, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría recomienda el consumo de pescados más pequeños, que suelen acumular menos cantidad de tóxicos, como la sardina, la dorada o el boquerón[17].
- Limita el consumo de alimentos cocinados a temperaturas excesivamente elevadas (por ejemplo, en contacto directo y prolongado con llamas que puedan requemarlos), y fritos y ahumados. Son procesos que pueden mermar algunas propiedades beneficiosas de los alimentos y, con frecuencia, producir compuestos químicos nocivos para la salud, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), sospechosos de causar cáncer[18].
- Simplifica las tareas del hogar y usa menos productos de limpieza agresivos. Ya que en vacaciones podemos tener más tiempo para pensar en introducir cambios, puede ser un buen momento para plantearse racionalizar y reducir el uso de ciertos productos de limpieza convencionales. Hablamos tanto de reducir el número de productos distintos, -algunos de ellos pueden ser superfluos-, como la cantidad que se emplea de cada uno. Ventila bien[19]. En el caso de algunos productos, especialmente los fuertes, mira si puedes reducir su uso y, en todo caso, ten precauciones[20]. Algunos productos de limpieza convencionales podrían contaminar el entorno doméstico con formaldehidos, alquilfenoles y otros posibles tóxicos y varios estudios advierten sobre los perfumados[21]. Otra opción mejor es usar productos de limpieza con etiqueta ecológica seria (normalmente de venta en establecimientos especializados en productos ecológicos / eco tiendas[22]). O incluso recurrir a productos caseros como jabón natural, vinagre, bicarbonato y limón como hacían nuestras abuelas, lo que puede ser suficiente para muchas tareas de limpieza.
Como último consejo, aprovecha el verano para leer más sobre la importancia de reducir la exposición a sustancias tóxicas cotidianas, más allá de los casos citados, por ejemplo a través de los diferentes informes y libros que se publican en la iniciativa Hogar sin Tóxicos (www.hogarsintóxicos.org)
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