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EE.UU. enfrenta la crisis sanitaria del plomo
En diez años se sustituirán nueve millones de tuberías de este metal que contamina el agua de consumo en todo EE UU. Y en España, ¿queda alguna tubería de este material?
Un superhéroe contra un monstruo de plomo. La activista Deanna Branch se enfrentaba con este dibujo de su hijo, hospitalizado dos veces por envenenamiento por plomo, a la vicepresidenta de los EE UU, Kamala Harris. Fue hace un año, cuando Harris visitaba Milwaukee, una de las ciudades afectadas por contaminación de plomo.
Sin embargo, esta crisis de salud pública, una de las peores de los últimos años en los EE UU, arrancó en 2014. Desde entonces han sido decenas de miles los casos de envenenamiento provocado por el agua del grifo que discurre por viejas tuberías fabricadas con este metal pesado. Ciudades de 50 estados están afectadas, pero donde más se concentra es en aquellas de rentas más bajas, como la de Flint, la población mayoritariamente negra de Michigan donde comenzó todo.
Según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU (EPA), hay más de nueve millones de tuberías en todo el país que desprenden plomo y que habría que cambiar. De hecho, hace unos días, el gobierno anunciaba un plan para sustituirlas en diez años financiado con 15.000 millones de dólares. Según publica la CNN, los dos estados con mayor proporción de tuberías que deben sustituirse «son Illinois y Rhode Island, donde hay que cambiar una cuarta parte o más de las tuberías. Se calcula que en Nueva Jersey hay que sustituir el 14% de las tuberías y en Michigan, el 11%. Según la EPA, la media nacional se sitúa en torno al 8%”.
La exposición al plomo está relacionada con graves problemas de salud, especialmente en los niños. El plomo es un neurotóxico. Afecta al sistema nervioso central y periférico, el digestivo, e inmunológico, los riñones, el corazón, y el aparato reproductor.
Según datos de la OMS, el plomo provocó la pérdida de 21,7 millones de años de vida por discapacidad y muerte en todo el mundo debido a sus efectos a largo plazo en la salud, que incluyen el 30% de la carga mundial de discapacidad intelectual idiopática, el 4,6% de la carga mundial de enfermedades cardiovasculares y el 3% de la carga mundial de enfermedades renales crónicas.
«Los metales pueden ser tóxicos directos si alteran los genes, siempre depende de la dosis que recibamos, y pueden generar cáncer. Pero tienen otra forma de actuar más elaborada que es por mimetismo debido a la similitud bioquímica con otras sustancias. Por ejemplo, el plomo y el calcio son parecidos por lo que el plomo puede terminar ocupando el sitio del calcio en los huesos y provocar problemas como la osteoporosis. También puede imitar al hierro y entrar en los glóbulos rojos provocando anemia», dice Sergio Mejías, especialista en Cardiología y profesor de la Escuela de Salud Integrativa (ESI).
En la prensa se ha llegado a decir que abrir el grifo en algunos estados de EE UU es sinónimo de abrir la puerta a la enfermedad. Además, «la calidad del agua también afecta en la contaminación por plomo. El PH influye, si es más ácida se disuelve fácilmente este metal pesado. En EE UU, además, se utiliza de forma bastante habitual la cloramina como desinfectante del agua, que hace que el agua sea más ácida y por tanto ayuda a que el plomo se disuelva más. El plomo es peligroso porque es neurotóxico y afecta, sobre todo, durante la gestación y la infancia», afirma Cristina Villanueva, jefa del programa de Contaminación del Agua de IsGlobal.
En los EE UU las primeras leyes que tratan de sustituir las cañerías de este material datan de los años 90, pero ¿qué sucede en España? ¿Hay todavía tuberías de plomo? La legislación las prohíbe desde los 80 y es obligatorio cambiarlas en caso de reforma desde 2002, aunque todavía existen construcciones que las albergan.
«Lo que ocurre en España es que no hay retroactividad de la norma. Hace 30 años de su aprobación y entonces se prohibió el uso de plomo en las tuberías pero no se dice que se tenga que sustituir. En Lavapiés, en algunas corralas que no se han renovado, todavía se pueden encontrar. Los costes para cambiarlas serían elevadísimos porque hay que levantar las casa enteras. En EE UU se ha hecho un fondo y pensamos que eso se podría hacer también aquí, quizá aprovechando los fondos Next Generation, e igual que se invierta en eficiencia energética que haya un paquete de ayudas destinado al cambio de estas tuberías en los hogares antiguos que además no pueden afrontar el gasto» afirma Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). Aunque no hay estadísticas oficiales, se ha llegado a afirmar que «pueden quedar un 10% de estas tuberías solo en Madrid. Desde los 70 se empezó a utilizar cobre, pero como hace unos años estaba muy caro, también se ha ido sustituyendo por PVC.
Luego están las grandes conducciones de agua de las ciudades. Por ejemplo, debajo de la M-30 hay otra gran circunvalación de agua, ahí se usa hormigón que es inocuo. Las que quedan de plomo, que son anteriores a los años 80 hay que ir sustituyéndolas», dice José Ygnacio Pastor, catedrático de Ciencia e Ingeniería de los Materiales en Universidad Politécnica de Madrid.
Las tuberías son todavía una fuente de contaminación por plomo, como lo fue hasta hace unos años la gasolina. De hecho, un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences afirma que la exposición al plomo ha reducido el coeficiente intelectual de la mitad de los estadounidenses desde 1940. «Los nacidos en las décadas de 1960 y 1970, cuando el uso de gasolina con plomo estaba alcanzando su punto máximo, podrían haber perdido un promedio de seis a siete puntos de coeficiente intelectual». Y, aunque su uso industrial se ha reducido todavía es posible encontrar plomo en pinturas, baterías de coches o en perdigones de caza.
Pero como dice la OMS: «no existe un nivel de concentración de plomo en sangre que pueda considerarse exento de riesgo».
Otros metales
El plomo no es el único metal pesado al que hay que prestar atención. «El plomo y el mercurio son las estrellas de los metales pesados, pero se han ido sustituyendo. El mercurio, típico de los termómetros, está prohibido. Hay una historia curiosa con este metal. Los sombrereros usaban este metal pesado para dar prestancia a los sombreros, por eso se decía que la mayor parte de los sombrereros de Londres terminaban locos. Eso es, precisamente lo que vemos en la historia de Alicia en el País de las Maravillas», cuenta Pastor.
En general, estos compuestos entran en el cuerpo humano o bien por vía respiratoria o bien por la ingesta de agua o alimentos. Un ejemplo muy evidente de exposición a metales pesados como cadmio o arsénico es el tabaco, pero también lo es la ingesta de pescado, que puede suponer un riesgo de acumulación de mercurio. Este metal tóxico se acumula en la cadena trófica. Cuando los peces se comen a otros más pequeños integran el mercurio orgánico a la cadena alimentaria. Cada especia acumula este metal en su musculatura hasta llegar a los peces más grandes: atunes y tiburones. «Este mercurio ha terminado en el agua, entre otras razones, por aplicaciones industriales como la extracción del oro», recuerda el catedrático de materiales.
Se ha hecho un gran desarrollo industrial, pero «eso tiene un peaje en la salud como estamos viendo. Los cuerpos biológicos no interactúan bien con los metales pesados. Se va investigando cada material, por ejemplo, con el aluminio de los antitranspirantes, que es potencialmente tóxico. No está prohibido del todo, pero ya hay mucha nueva investigación que señala que el aluminio puede provocar cáncer de mama y alzheimer.
Los metales pesados funcionan por acumulación y no son fáciles de eliminar. No son evitables 100% porque de hecho parte de ellos son naturales, pero es bueno esquivarlos en la medida de lo posible. Además, comer sano, hacer deporte, no fumar, puede ayudar a nuestro organismo a defenderse. No es lo mismo que le llegue una carga tóxica a una persona sana que a otra que tiene el hígado graso u obesidad mórbida», apunta el cardiólogo Sergio Mejías como posibles medidas de prevención.
Cuidado con el PVC
Recientemente un total de 67 organizaciones no gubernamentales, encabezadas por el European Environmental Bureau (EEB) pedían a la Comisión Europea la eliminación progresiva del PVC antes de 2030 Este material se puede encontrar en juguetes, envases, materiales médicos, de construcción como las tuberías de agua potable, etc. Lo consideran un plástico con consecuencias nocivas para la salud y el medio ambiente.
Carlos de Prada, responsable de la iniciativa Hogar sin Tóxicos y colaborador del EEB, explica que «un aspecto preocupante del PVC es que un porcentaje muy notable de su peso pueden ser aditivos como los ftalatos, sustancias que no están químicamente unidas a la estructura del plástico y que, por ello, se van liberando poco a poco», y apunta a que un reciente informe de la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) sobre el PVC confirma la toxicidad de aditivos como los ftalatos asociados a alteraciones hormonales en el cuerpo.