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Estás comiéndote las microperlas de plástico de tus geles y tus cremas
Son demasiados pequeñas para los sistemas de depuración de agua, con lo que acaban siendo ingeridas por pescados o mariscos o se incorporan a la sal marina. ¿Adivinas dónde acaban? Eso es: en tu estómago.
Las microperlas llevan unos cuantos años entre nosotros y, al principio, veíamos con simpatía estas diminutas -algunas son microscópicas- partículas presentes en geles, jabones, cremas o pasta de dientes. La razón de su éxito es esa textura particular y adictiva: nos encantaba tenerlas entre los dedos, amasándolas, del mismo modo que nos gusta explotar el papel de burbujas. Además, durante una temporada fueron uno de los reclamos favoritos de los publicistas: ¡prueba nuestra nueva fórmula con micropartículas!
Ahora resulta que esas micropartículas plasticosas pueden ser una gran amenaza para nuestra salud. La explicación es la siguiente: están en los productos de limpieza que usamos en el baño. Los restos de los mismos se van por el desagüe y llegan hasta las purificadoras de agua. El problema es que, debido a su tamaño, atraviesa el filtro y acaban desembocando en ríos y mares. Es decir, que quedan flotando en el agua a expensas de que pescados, mariscos o cualquier otro animal que beba ese agua se las traguen. Y, de esta manera, acaban volviendo a nosotros sin que nos demos cuenta.
La situación es alarmante porque se trata de pequeñas microperlas que tienen una gran capacidad de absorber contaminantes y tóxicos que pueden provocar problemas de esterilidad, del sistema inmune o incluso desórdenes de tipo neurológico. Estos pasan al organismo del pescado en una primera instancia y pueden acabar transfiriéndose al del humano que lo ingiere. las autoridades ya han tomado cartas en el asunto. Desde julio de 2017, estas microperlas están prohibidas en Estados Unidos y la previsión es que en 2020 ya no se vendan en Europa. El problema reside en los mercados menos sujetos a regulaciones, como el chino, por ejemplo.
Las micropartículas se cuelan en los pescados. | Public Domain Pictures
Hay buenas noticias: las microperlas pueden sustituirse con componentes orgánicos que no suponen riesgo para la salud. Y también las hay malas: según denuncian las asociaciones ecologistas, las microperlas son dañinas, pero son solo la punta de un enorme iceberg de residuos plásticos que acaban en mares y océanos cada año. Y esta es una situación con una solución mucho más complicada. Al menos de momento.
FUENTE: Cocinatis