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Europa está fracasando en el control de las sustancias químicas tóxicas, según un informe de la Oficina Europea de Medio Ambiente
- Desde el año 2012 solo se han analizado a fondo 94 sustancias químicas de las decenas de miles registradas en Europa
- Casi la mitad de estos 94 componentes se consideran poco seguros para el uso comercial que se les estaba dando
- Una sustancia puede estar comercializándose durante 16 años de manera legal desde que comienza a investigarse hasta que se regula o prohíbe
Madrid, 2 de abril de 2020.- Las autoridades están fallando dramáticamente para prevenir que sustancias químicas peligrosas sigan siendo usadas en productos de consumo, de acuerdo con una revisión de las acciones emprendidas por los gobiernos de la Unión Europea desde 2012. Es un problema que está desembocando en una amplia exposición a estas sustancias por parte de la población y contribuyendo a una «epidemia silenciosa” de enfermedades, según la European Environmental Bureau (EEB), la mayor red europea de ONG medioambientales de países de la UE.
A pesar de que en la Unión Europea se utilizan decenas de miles de sustancias, y de que muchas de ellas pueden ser tóxicas, desde 2012 solo se han investigado en profundidad 94, y la mitad de ellas han resultado ser poco seguras para el uso para el que se estaban comercializando. EEB aporta estos datos en un informe después de haber revisado las acciones que se están llevando a cabo en los diferentes países de la UE, así como en las instituciones europeas.
En Europa hay registradas para su uso decenas de miles de sustancias químicas. Las autoridades nacionales de cada país tienen la posibilidad de anotar en un registro, dentro de un programa llamado CoRAP (Community Rolling Action Plan), las que considera que hay que estudiar más a fondo por tener dudas en torno a su seguridad. A día de hoy solo hay un total de 375 sustancias seleccionadas.
Es una iniciativa que no está funcionando bien. Desde el año 2012, tan solo 94 de las sustancias que han sido inscritas en este registro han sido analizadas en profundidad. A pesar de la lentitud, los datos de los que se dispone son más que preocupantes. Un total de 46 (el 49%) ha sido calificadas como peligrosas por su potencial nocividad para la salud humana, y también por el daño medioambiental que producen.
El proceso de análisis es tan lento porque las empresas químicas no están aportando los datos que se les exige. La legislación europea obliga a las compañías a facilitar información de calidad sobre la seguridad de los químicos que fabrican. Si este trámite se hace correctamente, la revisión se resuelve generalmente en el plazo de un año. Sin embargo, desde el año 2012 los funcionarios, ante la deficiente de información han tenido que pedir una ampliación de datos en el 64% de los casos.
Más de 15 años para regular
El proceso de recogida y revisión de datos suele durar entre 7 y 9 años. Después generalmente lleva otros 5-7 años hasta que las autoridades, si es que procede, aplican medidas para controlar una sustancia, medidas que podrían incluir una prohibición.
«Es increíble que, como este informe revela, exista tal descontrol con las sustancias químicas en la Unión Europea que, por otro lado, pasa por ser la región del planeta donde mejor se controlan. Que no se actúe debidamente con la mayor parte de las sustancias que pueden representar una amenaza para la salud de las personas, desoyendo la voz de la comunidad científica, es intolerable» ha declarado Carlos de Prada, responsable de la campaña Hogar sin Tóxicos.
«En la práctica, es la propia industria interesada en seguir utilizando una serie de sustancias tóxicas, la que dicta y controla los sistemas por los que debería ser regulada, consintiéndose, por ejemplo, que a la hora de determinar la seguridad o no de un compuesto químico sean tenidos en cuenta estudios secretos realizados o encargados por las propias industrias que no pueden ser revisados por la comunidad científica», añade.
Vacío legal
Una vez que los funcionarios sospechan que una sustancia no es segura para los usos actuales y la priorizan para su evaluación, podría ser utilizada legalmente para fabricar productos hasta 16 años antes de que los reguladores finalmente la controlen, si se respetan los plazos legales. Y eso suponiendo que finalmente se decida adoptar medidas realmente adecuadas. Entre tanto, la sustancia seguirá siendo utilizada de forma legal sin ningún impedimento.
A través del Reglamento europeo de control de químicos REACH, se están encontrando grandes lagunas de información y datos muy pobres por parte de la industria. Según un informe de la Agencia Europea de Químicos del año 2018, el 74% de los dosieres tenían lagunas en información importante sobre seguridad. Esta imagen es similar a la que se ha recogido en años anteriores.
En la misma línea concluía una investigación llevada a cabo por autoridades alemanas durante tres años y que en 2018 aseguró que de todas las sustancias químicas que se producían por encima de 1.000 toneladas, solo un tercio cumplía con las exigencias legales de información sobre seguridad. La Comisión Europea ha reconocido el problema y ya ha pedido reformas a fondo.
En cuanto a las 46 sustancias que ya han sido calificadas de poco seguras, los técnicos encontraron que podrían aumentar el riesgo de desarrollar cáncer o problemas de fertilidad entre otros trastornos de salud, además de estar creando serios problemas de contaminación ambiental. A pesar de que se concluyó que había que tomar medidas de protección frente a estas sustancias, no se ha adoptado ninguna, una inacción que EEB achaca en parte a la falta de recursos.
Esto implica que en la actualidad cada año se producen toneladas sin control de estas 46 sustancias. Entre ellas está el bisfenol A, presente en muchos plásticos como el de los embalajes alimentarios. La exposición a dosis bajas de esta sustancia está asociada a abortos espontáneos, bajo peso al nacer, disfunciones sexuales y reproductivas, cáncer de mama y próstata, obesidad y alteraciones del sistema inmunitario y del desarrollo cognitivo en niños pequeños. La orina de la gran mayoría de los humanos contiene bisfenol A.
Según un informe de la Comisión Europea, de los 100.000 químicos utilizados hoy en Europa, solo una porción muy pequeña ha sido analizada en profundidad en cuanto a su repercusión en la salud y en el medio ambiente, y el porcentaje de los que están regulados es incluso menor.
Crecimiento exponencial
Entre 2004 y 2014 la venta de sustancias químicas ha crecido por encima del doble; se estima que volverán a duplicarse para 2030 y que se cuadruplicarán en torno 2060. Muchas de las sustancias son dañinas. A los niños que nacen en la actualidad se les califica como pre-contaminados con un cóctel de químicos. Todos nosotros albergamos en nuestro cuerpo más 300 químicos elaborados por el hombre que nuestros abuelos no tenían. Muchas sustancias que se utilizan en la fabricación de productos del día a día se relacionan con epidemias como la diabetes o los tumores de próstata y mama.
Las encuestas oficiales confirman una y otra vez que los europeos están preocupados por la exposición química. Tatiana Santos, directora del área de químicos en EEB sostiene que “las compañías deberían tener el listón mucho más alto para poder entrar en el mercado y también ser penalizadas y perder el acceso al mercado en el caso de que los datos que aporta sean débiles, algo que sucede muy a menudo. Las elecciones de este año son una oportunidad de oro para que las autoridades europeas se pongan serias en cuanto a la protección de la población frente a los químicos”.
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