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Lo que esconde la comida rápida
- Un estudio detecta que las personas que consumen comida rápida tienen en su organismo mayores niveles de ftalatos
- Estos químicos se utilizan en la fabricación de los plásticos para darles flexibilidad
Si ya tenía alguna reticencia a la hora de consumir comida rápida, más conocida como comida basura, ahora los datos de un estudio terminarán, quizás, de convencerle. Según un trabajo publicado en la revista Environmental Health Perspectives, las personas que consumen mayores cantidades de estos alimentos son aquellas que están más expuestas a la presencia de ftalatos en su organismo.
Los ftalatos son unas sustancias químicas que se añaden a los plásticos para dotarlos de flexibilidad. Normalmente se utilizan para fabricar materiales de envasado de alimentos. Varios estudios exponen que estos productos químicos pueden contaminar la comida al entrar en contacto con ella.
El estudio ha tomado como muestra a 8.877 participantes que respondieron, entre 2003 y 2010, a un cuestionario con preguntas detalladas relacionadas con su dieta en las últimas 24 horas. Además, se sometieron a pruebas clínicas, como análisis de muestras de orina, donde se detecta la presencia o no de los ftalatos. Según explica a EL MUNDO la autora del estudio, Ami R. Zota, investigadora en el Instituto Milken de Salud Pública de la Universidad George Washington (EEUU), «los grandes consumidores de comida rápida (cuando un 35% de las calorías ingeridas proceden de estos alimentos) tenían los niveles de ftalatos entre un 20 y un 40% más altos, que quienes no optaron por este tipo de comida en el día anterior». Porque, según asegura Zota, se ha comprobado que «los ftalatos se utilizan en la fabricación de los guantes de los manipuladores de alimentos y en los conductos de plástico que se emplean en la producción de la comida rápida».
Carlos de Prada, responsable de la Campaña de Hogar sin Tóxicos de la Fundación Vivo Sano, asegura que «en el mundo se usan 100 tipos de ftalatos diferentes. En la Unión Europea se localizan 26, y 12 están en listado de elementos preocupantes».
Con respecto al gasto en sanidad, los ftalatos salen caros. «El coste anual que suponen los problemas de salud causados por estas sustancias en Europa es de 27.000 millones de euros», sostiene de Prada. También habla de cómo se aborda el problema en otros países: «Los países nórdicos tienen una estrategia nacional contra los ftalatos. A pesar de esto, en la Comisión Europea les pusieron problemas para prohibirlos. Hay países que tienen en cuenta lo que dice la comunidad europea científica».
La investigación estadounidense también demuestra que los cereales y la carne son otros de los alimentos con mayor presencia de ftalatos. Zota defiende que «muchos estudios previos advierten de que es necesario vigilar los alimentos con los niveles más altos en ftalatos, como estos y los productos lácteos». «Es posible que, puesto que los cereales suelen estar en el exterior de los alimentos (por ejemplo, en una pizza), tengan un mayor contacto con los materiales de embalaje», expone Zota.
De la misma opinión se muestra de Prada, que recuerda que los ftalatos también se pueden encontrar «en el interior de las latas de comida y refrescos. Es así como migran al alimento y lo contamina».
Además, los investigadores estadounidenses analizaron la exposición a otro compuesto químico que se encuentra en los envases de plástico para alimentos, como es el bisfenol A (BPA). Se estableció que quienes consumieron productos de comida rápida tenían también mayores niveles de bisfenol A. La investigadora del Instituto Milken recuerda que «estos productos químicos se han relacionado con infertilidad, daños en los espermatozoides, problemas de conducta en niños y otras complicaciones graves en la salud».
A pesar de todo, Zota asegura que «para demostrar de manera concluyente que los ftalatos que se encuentran en la comida rápida causan problemas de salud, los investigadores tendrán que recoger una amplia variedad de pruebas científicas, estudios de laboratorio, e investigaciones con animales». «Este proyecto puede tardar décadas en completarse», afirma.
La investigadora señala que es difícil evitar estos productos químicos por completo, pero aconseja que «sería mejor para los consumidores comer más frutas y verduras, y evitar los alimentos con altos contenidos de grasas no saludables». «Los recipientes de plástico para alimentos también pueden contener estas sustancias químicas, por ello, es mejor usar envases de vidrio», recomienda.
Otro remedio para evitar riesgos, sería centrarse en la prevención. De Prada indica que «en el gasto sanitario mundial se invierte un 1% en prevención, mientras que en el tratamiento se destina más dinero. No nos ocupamos de las causas, sino del tratamiento».
Fuente: elmundo