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El tinglado de la alimentación infantil

El tinglado de la alimentación infantil

La ONG VSF Justicia Alimentaria Global presenta el informe Mi primer veneno, la gran estafa de la alimentación infantil, en el que se detalla cómo la industria, en poco menos de 100 años, ha conseguido crear un negocio millonario a partir de un espacio de consumo inexistente.

Que el biberón se haya convertido en imagen e icono de la alimentación infantil refleja muy bien el papel predominante que la industria ha adoptado en un sector de mercado que nace como tal en los años 20 del siglo pasado. Hasta entonces, y así durante miles de años, los niños y niñas menores de 3 o 4 años, una vez destetados, comía lo mismo que la población adulta con las precauciones lógicas (alimentos que no produzcan atragantamientos, porciones menores, texturas adaptadas…). La ONG VSF Justicia Alimentaria Global , en su informe Mi primer veneno, la gran estafa de la alimentación infantil , ha analizado el desarrollo, desde entonces, de lo que denomina “el tinglado de la alimentación infantil”, dentro de la campaña Dame Veneno .

UN NEGOCIO CONTROLADO POR UN DUOPOLIO

El sector ha cobrado tanta importancia que en el Estado español factura 500 millones de euros y vende 60.000 toneladas de producto alimentario al año. Un negocio redondo con 1,6 millones de niños y niñas a los que alimentar y la incorporación anual de 425.000 nuevos clientes. Todo ello en un mercado a nivel estatal controlado por un duopolio, formado por Nestlé y Hero, que concentran el 75 % de las ventas.
 
Además, el negocio no puede ser más rentable. Teniendo en cuenta que el primer año de vida el niño o la niña comienza con la formación de hábitos y preferencias alimentarias que serán difíciles de cambiar posteriormente, la industria alimentaria consigue clientes fieles para sus productos para adultos.

UNA ESTRATEGIA EFICAZ PARA EXTENDER UNA ALIMENTACIÓN BASADA EN PRODUCTOS ALTAMENTE PROCESADOS

Y es que la estrategia seguida por la industria ha conseguido crear un espacio de consumo inexistente, como tantas veces se ha hecho, creando necesidades artificialmente. A la pregunta de por qué se deben consumir estos productos en detrimento de la alimentación casera, el mensaje que ha calado, es que son mejores nutricionalmente y están más adaptados a las necesidades infantiles.
 
En este proceso ha tenido gran importancia la publicidad, que ha incluido a lo largo de este tiempo campañas agresivas e inducidas, dirigida a progenitores, pero también a niños y niñas, que usan canales como la televisión, las escuelas o guarderías, los hospitales o los parques. Aunque también hay que destacar el papel de las llamadas fuentes de recomendación, a través de las cuales nos formamos una opinión del producto, dentro de las que destaca la recomendación pediátrica, donde se han concentrado todos sus esfuerzos la industria alimentaria.
 
Por último, hay que señalar la existencia de una legislación que no sólo permite el engaño y la manipulación, si no que no garantiza la salubridad de los alimentos infantiles, favoreciendo los intereses de la industria frente a los de los ciudadanos y ciudadanas.  
 
Además, a todo esto hay que añadir el componente de la facilidad y el ahorro de tiempo que aportan este tipo de productos, con lo que obtenemos la clave del éxito de la alimentación infantil.
 

Sin embargo, los productos que nos ofrece la industria para la dieta infantil se caracterizan por estar altamente procesados, tener mala calidad y escaso valor nutricional, cuando no son claramente insanos, estando por tanto muy lejos de las bondades de la alimentación casera.

Entre los problemas detectados en este tipo de alimentos, está el excesivo contenido de azúcar, bien añadido en leches de crecimiento, yogures u otras chucherías baby, o resultante de la hidrolización de los cereales en las papillas; la homogenización en un momento en que niños y niñas deben acostumbrarse a distintos sabores y alimentos; el bajo valor nutricional de los potitos, al quedar diluidos en agua y almidón los componentes principales del mismo… 

Aunque dentro de estos alimentos, cabe destacar una excepción, la línea de potitos ecológicos de Nestlé y Hero cuenta con una calidad y unos valores nutricionales muy superiores a los productos equivalentes de la gama convencional, aunque también su precio es mayor. Se trata pues, de productos concebidos para ampliar el mercado de ventas a un estrato social de mayor poder adquisitivo y nivel cultural, y a la que en principio es más difícil engañar con la alimentación de sus hijos e hijas. 
 

EL PAPEL DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRÍA 

Con este panorama, llama la atención que muchos de estos productos insanos lleven en su envase el logotipo de alguna asociación de pediatría, siendo el más habitual el de Asociación Española de Pediatría   (A.E.P.). Esto, que para muchos consumidores es concebido de forma lógica como un aval de un colectivo médico, según la asociación, únicamente muestra un acuerdo de colaboración con la correspondiente empresa, que en ningún caso afecta al producto.
 
Los convenios entre la A.E.P. y la industria incluyen, por parte de ésta, patrocinios de congresos, jornadas de formación, becas o investigaciones. A cambio, sirven para lograr un aval pediátrico justo cuando el imaginario popular empieza a tener dudas sobre la idoneidad de este tipo de alimentación.  
 

LA ALTERNATIVA ES SENCILLA: LACTANCIA MATERNA Y COMIDA CASERA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida y, momento en el que debe comenzar una alimentación complementaria con alimentos nutritivos, adecuados, preferentemente de la región y cultura gastronómica propias y continuar con la lactancia hasta al menos los dos años. 
 
La paulatina introducción de alimentos complementarios en la dieta del niño o la niña, debe realizarse a partir de preparados caseros, que se irán adaptando al desarrollo de su dentadura. Cereales cocidos en papilla, purés con verduras, legumbres y carne, o papillas de fruta triturada pueden ser adecuados en los primeros meses, hasta que empiezan a masticar. Es muy interesante que el bebé aprenda a comer distintas texturas y que los sabores de los alimentos no siempre sean idénticos, dado que la alimentación complementaria, además de nutrir, también contribuye al desarrollo neuromotor y modula los gustos futuros.
 
 
FUENTEEl Salto